"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"

"¿Quién no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de oído?"
S. Choabert

martes, 15 de julio de 2014

Despierta


Acudí a la primera fiesta del verano rodeada de peonías, lavandas, hostas y gauras, vergel que auguraba una grata velada. Lejos de estar en una isla desierta, la terraza atestada necesitaba a la gente para resplandecer ante las viviendas colindantes. Me acerqué a la mesa de las croquetas donde todas las sillas plegables y los sillones viejos estaban ocupados, optando por beber de pie apoyada en el photocoll Summertime. Y ahí fue como inesperadamente me encontré con una mano en mi trasero. Me giré para bramar desencajada sobre su cara cuando en ese momento otro chico se le abrazó gimoteando, llorando sin fuerza.  Pobre, es buena persona, pensé. Tal vez nuestros brazos necesitan ciertos espacios para poder dinamitar el dolor de los demás, proporcionando un conductor eléctrico como los hilos de cobre, por los que caminar sin zapatos. Poco a poco sentía arder las nalgas a la manera en que alguien apaga un cigarrillo en un cenicero. Reparé en mi rostro incandescente al acercarme a la puerta de cristales a la que progresivamente me iban empujando los demás, cuando esa misma mano me sujetó por la cintura para atraerme hacia un cuerpo compacto para salir en las fotos. Todo aquello me empezaba a molestar, sin darme cuenta me veía atrapada entre la multitud, por alguien que me sobaba y manejaba a su capricho. Como un revuelo de hojas secas, sus dedos hélices no dejaban de provocar una sensación de nerviosismo y cierta atracción en mi sima. Eché una mirada de reojo apoyada en las rayas oblicuas de mi vestido, intentando encubrir el trozo atrayente que mostraba aquel bocado. En medio de aquella locura, imitando una larga caminata nocturna, mis sandalias de cuña seguían a pie juntillas las piernas que me encaminaban a los sensaciones más triviales. Alguien me dijo al oído: bien, así es la cosa... espabila y termina el relato de una vez!!

Le planté la mano en el culo a él. Ahora lamento haberlo perdido así de golpe porque en su billetera sólo había 7.400 pesos de los viejos y más hubiera podido sacarle en un encuentro a solas. 
Luisa Valenzuela

13 comentarios:

  1. El final es mas genial aún que el resto del relato !!!
    Besos y salud

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  2. jajaja ¡Genial la caída! De lo que se deduce que a veces, la precipitación no es rentable :D:D
    Besotes, maestra :))

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  3. Qué bueno... cuando uno cree que va... viene otra que está de vuelta... y vuelta.

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  4. Es lo que ocurre en algunas fiestas...y se beben copas multicolores jajaja!

    Besitos Esi.

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  5. Buenísimas sensaciones las que has ido creando en el lector, toditas palpables y el final, bueno eso ha sido de redoble.
    Besos

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  6. Como puede ir alguien con solo 7400 pesos en la cartera?

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  7. cuanto sabor le imprimes a tus letras!!!!!!!!!!!!!!!
    beso

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  8. Gracias por tu visita a mi blog, Luisa...Tu relato es original, ameno y sorprendente...Tienes maestría y nos conduces con seguridad hacia el final, que es más sorprendente aún...Mi felicitación y mi abrazo grande.

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  9. un trasero bien puesto es irresistible para el sexo contrario

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  10. Buenisimo! Con lo que uno puede encontrarse en ciertas palpadas... Un abrazo.

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  11. MUY JOCOSO TU TEXTO. ME TRAMA!!!!
    UN ABRAZO

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  12. Gracias por visitar y leerme
    Me gustó y mucho el relato...
    Un abrazo

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  13. El final es genial, saludos :), gran relato.

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